2 Salomón resolvió todas sus preguntas; y no hubo ninguna
proposición oscura que Salomón no pudiese resolver.
3 Cuando la reina de Sabá vio la sabiduría de Salomón y la casa que
había edificado,
4 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus servidores, el porte
de sus ministros y sus vestidos, sus coperos con sus trajes y los holocaustos
que ofrecía en la Casa de Yahveh, se quedó sin aliento,
5 y dijo al rey: «Verdad es cuanto oí decir en mi tierra de tus palabras
y de tu sabiduría.
6 No daba yo crédito a lo que se decía, hasta que he venido y lo he
visto con mis propios ojos; y encuentro que no se me había contado ni la
mitad de la grandeza de tu sabiduría, pues tú superas todo lo que oí decir.
7 ¡Dichosas tus gentes! ¡Dichosos estos tus servidores, que están
siempre en tu presencia y escuchan tu sabiduría!
8 ¡Bendito sea Yahveh, tu Dios, que se ha complacido en
ti,
poniéndote sobre su trono como rey de Yahveh, tu Dios, por el amor que tu
Dios tiene hacia Israel para conservarle por siempre, y te ha puesto por rey
sobre ellos para administrar derecho y justicia!»
9 Dio al rey 120 talentos de oro, gran cantidad de aromas y piedras
preciosas. Nunca hubo aromas como los que la reina de Sabá dio al
rey
Salomón.
10 Los siervos de Juram y los siervos de Salomón, que habían traído
oro de Ofir, trajeron también madera de algummim y piedras preciosas.
11 Con la madera de algummim hizo el rey entarimados para la Casa
de Yahveh y la casa del rey, cítaras y salterios para los
cantores. No se
había visto nunca en la tierra de Judá madera semejante.
12 El rey Salomón dio a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso
pedirle, aparte lo que ella había traído al rey. Después se volvió y regresó a
su país con sus servidores.
13 El peso del oro que llegaba a Salomón cada año era de 666 talentos
de oro,
14 sin contar las contribuciones de los mercaderes y comerciantes.
Todos los reyes de Arabia y los inspectores del país traían oro y
plata a
Salomón.
15 Hizo el rey Salomón doscientos grandes escudos de oro batido,
aplicando seiscientos siclos de oro batido en cada escudo,
16 y trescientos escudos pequeños de oro batido, aplicando trescientos
siclos de oro en cada escudo; el rey los colocó en la casa
«Bosque del
Líbano».
17 Hizo el rey un gran trono de marfil y lo revistió de oro puro.
18 El trono tenía seis gradas y un cordero de oro al respaldo, y brazos
a uno y otro lado del asiento, y dos leones, de pie, junto a los brazos.
19 Más doce leones de pie sobre las seis gradas a uno y otro lado. No
se hizo cosa semejante en ningún reino.
20 Todas las copas de beber del rey Salomón eran de oro, y toda la
vajilla de la casa «Bosque del Líbano» era de oro fino. La plata
no se
estimaba en nada en tiempo del rey Salomón.
21 Porque el rey tenía naves que navegaban a Tarsis con los siervos de
Juram, y cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo oro y plata, marfil,
monos y pavos reales.
22 Así el rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en
riqueza y sabiduría.
23 Todos los reyes de la tierra querían ver el rostro de Salomón, para
oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
24 Y cada uno de ellos traía su presente, objetos de plata y objetos de
oro, vestidos, armas, aromas, caballos y mulos, año tras año.
25 Tenía Salomón 4.000 caballerizas para sus caballos y carros, y
12.000 caballos, que puso en cuarteles en las ciudades de los carros
y en
Jerusalén junto al rey.
26 Dominaba sobre todos los reyes desde el Río hasta el país de los
filisteos y hasta la frontera de Egipto.
27 Hizo el rey que la plata fuese tan abundante en Jerusalén como las
piedras, y los cedros como los sicómoros de la Tierra Baja.